"Abbiamo visto che la Chiesa anche oggi benché soffra tanto, come sappiamo, tuttavia è una Chiesa gioiosa, non è una Chiesa invecchiata, ma abbiamo visto che la Chiesa è giovane e che la fede crea gioia" (Benedetto XVI, 29 luglio 2010)

lunedì 24 gennaio 2022

Restablecer los vínculos con la verdad


- Articolo pubblicato sulla rivista OMNES il 24 gennaio 2022 - 

Hay dos reflexiones interesantes que se desprenden sobre todo del Mensaje del Papa Francisco para la 56ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, que este año se celebrará el 29 de mayo de 2022, pronunciado hoy a toda la Iglesia en la fiesta de San Francisco de Sales, patrón de los periodistas.
Conectar el oído con el corazón

La primera idea proviene del título del Mensaje, Escuchar con el oído del corazón, y tiene que ver con la capacidad de conectar nuestro órgano vital por excelencia con el sentido del oído, para que se transforme en un «aparato» verdaderamente funcional a los fines y al sentido de nuestra existencia: hombres y mujeres que viven en comunidades extendidas donde se comparte el amor, la belleza y la bondad, sin otra finalidad que el encuentro con el Amor más grande.

Es un viaje que se desarrolla enteramente en el interior del hombre, a través de «mecanismos» que no se pueden descifrar visualmente, pero que necesariamente tienen repercusiones en la realidad vivida, y pueden beneficiar (o no) a quienes encontramos en nuestro camino.

Conectar el oído con el corazón no es sólo tarea del periodista y del comunicador -aunque el mensaje se dirija esencialmente a ellos-, sino que es una actitud que debe preocupar a cada bautizado, porque cada uno de nosotros no sólo es cristiano, sino también ciudadano, y además estamos insertos en una sociedad que hoy está muy necesitada de deshacerse de esos cortocircuitos que han estropeado la conexión corazón-oído, que la Sagrada Escritura ha propuesto siempre en todo tiempo y para toda persona de buena voluntad.

La paciencia del silencio de la oración

La otra idea es la de la «paciencia». En los ritmos frenéticos en los que estamos inmersos, hemos perdido la capacidad de parar, de hacer una pausa, pero también de saber esperar, de saber frenar la carrera, de sentarse al lado y escuchar. Escuchar principalmente lo que Dios tiene que decirnos -y esto sólo se consigue con la paciencia del silencio de la oración-, pero también lo que otras personas como nosotros tienen que decirnos. Lo que tienen que decirnos, o lo que quieren que escuchemos, para animarnos a enfrentarnos juntos a los problemas y a salir juntos de las situaciones más difíciles, como la pandemia nos ha demostrado tan bien en los últimos años.

Un baño de humildad

Así que el Mensaje del Papa llega como un baño de humildad, y una invitación a ser concretos en nuestros días: es inútil perseguir frenéticamente un objetivo terrenal que retrocede constantemente porque es más fuerte que nosotros. Dediquémonos más bien a restaurar ese «pequeño tramo» interior que conecta el corazón con la escucha, y animados por la «santa paciencia» convirtámonos todos en «oyentes atentos» de las necesidades del mundo, para que cada uno pueda hacer su parte en beneficio de todos.

Buena escucha, mucha paciencia y los mejores deseos para los periodistas y comunicadores, aquellos que por vocación sienten que deben ser los primeros en restablecer los vínculos con la verdad.

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